La Igualdad entre mujeres y hombres no es solo una cuestión de justicia social, sino que también es una condición previa para lograr los objetivos en materia de empleo, competitividad y cohesión social.
En la lucha por la igualdad de género el ámbito laboral juega un papel determinante y, consecuentemente, las actuaciones en materia de seguridad y salud laboral.
Las condiciones de trabajo determinan la vida y la salud de las personas. Y el género, así como la clase social, la edad o la etnia de las personas, determinan la relación entre trabajo y salud. Analizar las condiciones y los riesgos laborales desde la perspectiva de género es fundamental para detectar desigualdades y avanzar en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el ámbito laboral.
La salud de hombres y mujeres es diferente debido a factores biológicos, pero también debido a causas sociales. Hombres y mujeres se sitúan en condiciones y posiciones sociales y económicas diferentes en el mercado de trabajo, lo que implica que están expuestos a riesgos distintos y que desarrollarán problemas de salud diferentes.
Durante años, las evaluaciones de riesgos se han ceñido a analizar las consecuencias físicas, y no psicológicas o sociales, que esos riesgos podrían traer a las personas trabajadoras. Como bien aclara La Organización Mundial de la Salud en su definición “La salud, es un estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades”. Por lo tanto, es imprescindible ampliar los ámbitos de análisis en lo referente a los efectos que pueden ocasionar los riesgos laborales tanto en mujeres como en hombres.
La doble presencia de la mujer en el trabajo
A pesar de todos los avances que se han producido en nuestra sociedad hacia la igualdad de género en el trabajo, todavía existen desigualdades en la esfera familiar y doméstica, que continúa estando protagonizada principalmente por las mujeres. Mientras el número de mujeres trabajadoras aumenta de forma continua, en el ámbito familiar las desigualdades se mantienen. Según una encuesta realizada por el INE, el 92% de las mujeres declara ser activa en “hogar y familia”, frente al 75% de los hombres. Además, únicamente el 1,9% de las ocasiones es el padre quien se encarga del cuidado esporádico de sus hijos e hijas durante la jornada laboral.
Una realidad definida como “doble presencia” o la dificultad para conciliar las cargas laborales con las responsabilidades domestico-familiares. Una mayor exposición a esta situación se relaciona con peores indicadores de salud mental y aumento del estrés.
Así pues, la doble presencia es uno de los principales factores de riesgo para la salud de la mujer en el trabajo. Según la Encuesta de Riesgos Psicosociales realizada por ISTAS entre la población trabajadora en activo en España, casi un 20% de las mujeres se ven expuestas a la doble presencia, mientras que menos de 8% de los hombres deben conciliar su vida laboral con las cargas del hogar. Estas actuaciones fomentan los riesgos psicosociales en las mujeres, mediante la generación de trastornos de ansiedad, estrés y baja autoestima.
Otro de los principales factores que fomentan riesgos laborales en las mujeres es el acoso sexual o acoso por razón de sexo. En la Comunidad Autónoma Vasca el 5,5% de las mujeres en activo sufren o han sufrido acoso sexual o por razón de sexo en su trabajo.
Es importante crear espacios seguros en el ámbito laboral, actuando de manera efectiva en todas las diversas situaciones en las que pueda existir cualquier tipo de acosos sexual o acoso por razón de sexo. La creación de espacios de trabajo para ver y ser vistas, oír y ser oídas, y la sensibilización en materia de Igualdad son actuaciones fundamentales para minimizar las consecuencias de este tipo de riesgo laboral.
Todo lo anteriormente mencionado, concluye la necesidad de conseguir una igualdad de trato en seguridad y salud laboral, adoptar medidas de prevención y actuación de riesgos laborales y tener en cuenta la perspectiva de género, son aspectos fundamentales a la hora plantear estrategias de prevención de riesgos laborales.
Queda demostrado, que mujeres y hombres se encuentran en condiciones de trabajo diferentes, con riesgos diferentes, con responsabilidades de cuidados diferentes, frente a las que hay que adoptar medidas efectivas.
El Plan de Prevención de Riesgos Laborales y el Plan de Igualdad, son dos herramientas básicas para garantizar la incorporación de la perspectiva de género en el ámbito de la seguridad y la salud laboral.
Cuando la prevención de riesgos laborales es efectiva, tanto para las mujeres como para los hombres, la calidad del trabajo mejora y el desarrollo, tanto social como económico de la empresa aumenta, se genera una sensación de bienestar en las personas que hace que aporten el máximo de su potencial y se consigue una empresa más competitiva.